Ponte en esta extraña y alocada situación: haces un pacto con el diablo, Dios, la virgen, Buda o, incluso, una bruja. Estos te ofrecen el libro de tu vida, con todos los capítulos, incluido el final... Pero, únicamente, puedes tener este libro durante una hora, si no quieres perder tu alma. Por lo tanto, a no ser que tengas un don especial leyendo a mil por hora, solo puedes leer un par de capítulos. ¿Qué harías? ¿Qué capítulos te llamarían más la atención? ¿Estarías dispuesto a perder tu alma por querer leer tu historia entera?
Tantas opciones han pasado por mi cabeza... La primera fue, claramente, leer el final. Pero, entonces, caí en la cuenta que eso le quitaría emoción e intriga a mi historia. Los finales son para sorprenderse y esto no sería posible si tuviera que vivir cada día sabiendo como sería mi muerte.
Más tarde, pensé en hacer trampas. Sí, en engañar al diablo, a Dios, a la virgen, a Buda o, incluso, a la bruja. El pacto era no poseer el libro durante más de una hora. Pero si hiciera fotocopias de este... ¡podría tener el texto para siempre sin perder el alma! Aunque, claro, eso sería jugar muy sucio y, la verdad, no me conviene.
La siguiente idea que se me vino a la mente fue intentar borrar las malas partes de la historia, es decir los malos momentos vividos. Pero, este hecho comportaría muchos cambios en mí. Ya qué siempre he dicho -o he pensado- que todo lo vivido, bueno o malo, te hace ser quién eres ahora. Y no me gustaría que fuera distinto, me siento satisfecha con cómo y quién soy.
También, con gran inspiración, pensé en hacer aviones de papel con todas las hojas del libro. Soltarlos por toda la ciudad y que huyeran lejos de mí. Y así, dejando volar al viento mi historia, como hizo el destino anteriormente. Demasiado trabajo, pensé luego y dejé está opción con las otras -en el rincón de: puede, pero no-.
Finalmente, la última idea que tuve, creo que fue la mejor. Leer los primeros capitulos de mi vida. Sí, esas partes de una historia que nadie recuerda. Esos momentos felices, de juego, inocencia, curiosidad y, sobretodo, libres de preocupaciones. Revivirlos con la lectura. Sería mágico y seguro que descubriría hechos de los que desconocía existencia alguna.
Sé que no se puede vivir del pasado, pero... ¿Para qué querer saber un futuro oscuro que acaba con la muerte, cuando puedes ver brillar la luz y los colores por primera vez, de nuevo?