Andamos y andamos,
sin llegar a ninguna parte. En un día podemos llegar a hacer más de mil pasos, que no nos llevan a ningún lugar
determinado. Solo andamos. Vamos de un sitio a otro, pensando que este será
mejor, pero solo son lugares sombríos y grises, que no parecen tener vida. Que
te apagan y te hacen sentir invisible. Y nos damos cuenta, que el simple hecho
de andar de un sitio a otro, ya nos
hace sentir vivos! por muy horrible que
llegue a ser nuestro alrededor. Y entonces paramos, tenemos los pies magullados
por tantas horas sin descanso y ya por fin hemos llegado a nuestro destino. ¿Dónde?
te debes estar preguntando; pues al infinito y sorprendente mundo, en el que
vivimos y somos felices.
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