Sí, de nuevo semanas llenas de exámenes. Dos o, incluso, tres cada día. Y no hay tiempo suficiente. Nunca lo hay. Los profesores parece que no se den cuenta de que es una barbaridad. Nunca lo hacen y siguen poniendo pruebas, exámenes, trabajos y redacciones hasta el último segundo del día.
Así empiezan aquellos fines de semana en que te quedas encerrado en casa bajo varias montañas de libros y apuntes. Y en los que dejas de distinguir la noche del día...
Puede parecer un horror, y lo es. Pero... ¿Qué le vamos a hacer? Queremos tener un buen futuro, ser alguien. Y para serlo hay que empollar hasta que te duelan los ojos y hasta quedar enterrado tras un montón de libretas. ¡Es el precio que hay que pagar para llegar a los más alto!
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