Desde pequeños, nos enseñan a no perder la esperanza. A que cuando nos caemos, nos podemos volver a levantar y que un pequeño rasguño no nos impide seguir a delante. Tan solo nos entorpece el camino y hasta lo hace más entretenido. Nos dicen que no paremos de intentar lograr nuestras aspiraciones, nuestros sueños, nuestras ideas. Y sobre todo, que no nos desanimemos si estas fracasan alguna vez. Ya que tarde o temprano con nuestra persistencia e implicación podrán llegar a lo más alto.
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