martes, 25 de noviembre de 2014

El Utilitarismo


Un ser de facultades más elevadas necesita más para ser feliz (probablemente es capaz de sufrir más agudamente) y, con toda seguridad, ofrece más puntos de acceso al sufrimiento que uno de un tipo inferior. Pero, a pesar de estas desventajas, nunca puede desear verdaderamente hundirse en la que él considera un grado inferior de la existencia. 
Podremos dar la explicación que queramos de esta repugnancia. Podremos atribuirla al orgullo. Podremos reducirla al amor de la libertad e independencia personal. Podremos atribuirla al amor al poder o al amor a las excitaciones, los cuales realmente contribuyen y entran a formar parte de ella. Pero su denominación más apropiada es el sentido de la dignidad... el cual es poseído, en una u otra forma, por todos los seres humanos. Aunque no en exacta proporción con sus facultades más elevadas... Esta constituye una parte tan esencial de la felicidad de aquellos en quienes es fuerte, que nada que choque con él puede ser deseado por ellos, excepto momentáneamente. 
Todo el que supone que esta preferencia lleva consigo un sacrificio de la felicidad (que el ser superior, en circunstancias proporcionalmente iguales, no es más feliz que el inferior) confunde las ideas bien distintas de felicidad y satisfacción. Es indiscutible que los seres cuya capacidad de gozar es baja, tienen mayores probabilidades de satisfacerla totalmente. Y un ser dotado superiormente siempre sentirá que, tal como está constituido el mundo, toda la felicidad a que puede aspirar será imperfecta. Pero puede aprender a soportar sus imperfecciones, si son de algún modo soportables. Y éstas no le harán envidiar al que es inconsciente de ellas, a no ser que tampoco perciba el bien al cual afean dichas imperfecciones. 
Es mejor ser un hombre insatisfecho que un cerdo satisfecho. Es mejor ser Sócrates insatisfecho, que un loco satisfecho. Y si el loco o el cerdo son de distinta opinión, es porque sólo conocen su propio lado de la cuestión. El otro extremo de la comparación conoce ambos lados.

domingo, 9 de noviembre de 2014

¡El pueblo se hace oír!

Hoy hace 25 años que se derribó el muro de Berlín. Así, acabando con las diferencias entre dos grandes potencias del siglo XX (que en 1961 alzaron una gran barrera con tal de no verse). Durante aproximadamente unos 28 años, el pueblo alemán estuvo separado por cientos de toneladas de hormigón armado. Pero nunca se rindió, sus ciudadanos lucharon con gran esfuerzo. Entre 1961 y 1989 más de 5 mil personas trataron de cruzar el muro con tal de rebelarse. Únicamente, querían intentar cambiar la situación de entonces. Es decir, volver a ser un pueblo unido y romper las barreras entre personas (amantes, amigos, familiares...). Esta persistencia dio sus frutos el 9 de noviembre de 1989, cuando los ciudadanos de ambos lados se pusieron de acuerdo para acabar con todo lo que los separaba. Millones de personas subieron ese día al muro y unidos consiguieron abrir unas primeras brechas en este, las cuales seguirían con el hundimiento de ese gigantesca atrocidad. 


¿Si la fuerza de un pueblo unido pudo hacer lo imposible hace 25 años... porqué no ahora también? Debemos alzar nuestras cabezas con orgullo y tener la misma fuerza que muchos tuvieron hace 25 años. Es el momento de gritar tan fuerte que tiemblen las calles de todo el mundo. Ahora hay que luchar con toda nuestra alma por lo que creemos (y defendemos). ¡Somos un pueblo unido que no permitirá ser reprimido de nuevo!

miércoles, 5 de noviembre de 2014

El ignorante afirma, el sabio duda y reflexiona - Aristóteles

Llevo demasiado tiempo haciéndome la misma pregunta y sigo sin encontrarle respuesta. Más bien dicho, sigo sin encontrarle la respuesta correcta, la que no duela. Mi cabeza es un mar de dudas y esta pregunta un bote que flota a la deriva, sin rumbo alguno. Las olas lo salpican con fuerza, pero no llegan a hundirlo; este persiste. No desaparecerá por arte de magia, quiere respuestas... Respuestas fáciles de decir, pero complicadas de llevar a cabo... Son tantas las palabras y acciones que te pueden hacer daño, que da miedo arriesgarse. No quiero que te sientas desdichado, ni mucho menos romper tu corazón en mil pedazos. Pero estas dudas me reconcomen por dentro, hasta el punto de hacerme sufrir para que no sufras. Y ahora, es tanto el tiempo que llevo ocultando las respuestas a esta cuestión que... me estoy cansando de ver flotar este bote, me estoy cansando de no ser capaz de llevarlo hasta lo más profundo del mar y me estoy cansando de callarme lo que realmente siento por evitar hacerte daño. Hay quien lo llama crueldad, confusión o engaño; yo la verdad es que no se llamarlo.