Hoy,
en carnaval, lo hemos demostrado: somos grandes, pero seguimos queriendo ser
pequeños. Adoramos a las princesas, a las hadas, a los dibujos animados
y a los súper héroes. Soñamos en volar, en los finales felices y en la magia. Realmente, seguimos siendo niños pequeños -con sus cuentos, fantasías y demás-.
Todos
llevamos una pequeña Blancanieves, Luigi, Caperucita, Superman, Campanilla, Darth Vader,
Mario o Miny Mouse en nuestro interior. Es lo que nos define, lo que nos hizo crecer felices y lo que nos enseñó que la vida puede ser maravillosa a todo color.
En resumen, carnaval no es una fiesta de locos. Carnaval saca lo mejor de
nosotros mismos. ¡Nuestro lado más infantil!
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