Así es, todos nacemos locos. Unos más que otros, pero igualmente locos. Normal. Tras pasar nueve largos meses sin hacer nada, la gente acaba un poco resentida mentalmente...
Muchas personas disimulan la locura viviendo una vida triste y aburrida, sin alegría. El resto de gente, con el paso de los años, ha desarrollado la cordura, lo opuesto a la locura. Y, por último, hay un pequeño grupo de personas que están locas sin saberlo. Las que no crecen, personas imaginativas y extrovertidas. Son aquellas que disfrutan de cada instante, aquellas que actúan sin pensar, aquellas que luchan, aquellas que imaginan lo inimaginable y aquellas que siempre están y estarán felices. Son personas que, por muy locas que estén, valen la pena.
Porque eso que dicen de que la locura es una enfermedad... es mentira. La verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría que, cansada de descubrir la vergüenzas del mundo real, ha tomado la inteligente decisión de desconectar y volverse loca. Nada más.
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