lunes, 15 de diciembre de 2014

Tal vez yo esté equivocado y quizá tú tengas razón, pero si nos esforzamos los dos estaremos más cerca de la verdad. - Karl Popper


Una sociedad dependiente


Eran, aproximadamente, las seis de la tarde. Entré por los pelos en el metro. Justo cuando las puertas empezaban a cerrase, después del sonido de una molesta alarma -acompañada de una luz roja parpadeante-. Tras un suspiro, compruebo estar de una pieza entera y miro a mi alrededor. La imagen de cada lunes por la tarde: un vagón lleno de personas hipnotizadas por sus teléfonos móviles. Un par de señoras jugando al "Candy Crush" como si les fuera la vida en ello. Un empresario reorganizando su agenda en el Smartphone. Varios grupos de jóvenes sin quitarle el ojo de encima al WhatsApp. Incluso, parecía que en vez de hablar entre ellos se enviaran mensajes, con un centenar de emoticones sin sentido. Y como no, los típicos que siempre llevan los cascos y la cutre música comercial a un volumen del 110%. Algún día perderán el oído...
Es necesario destacar que esta imagen la podéis encontrar en cualquier parte del mundo (que tenga WI-FI claro). Las personas se han vuelto completamente dependientes. Pero no dependientes de otras, sino dependientes de la tecnología, de los móviles. 
Ahora un niño por navidad pide un Iphone, un Ipad o un Furby Electrónico. Nuestras tradiciones han cambiado, los bebes ya nacen con correo electrónico y cuenta de Facebook hechos (por no hablar del Twitter). Hemos caído en una sociedad moderna, con mil lujos, pero tan dependiente... que el día en que alguna de las piezas tecnológicas, que la forman, se derrumbe, nosotros caeremos con ella. 
No estoy en contra de los nuevos móviles y nuevas tecnologías. Únicamente, me interesa haceros ver que puede que abusemos de estos a lo largo del día. Ya que no es normal estar pendiente de cuanta batería o "Megas" te quedan a todas horas.