lunes, 12 de enero de 2015

En tus manos el libro de una vida, la tuya...


Ponte en esta extraña y alocada situación: haces un pacto con el diablo, Dios, la virgen, Buda o, incluso, una bruja. Estos te ofrecen el libro de tu vida, con todos los capítulos, incluido el final... Pero, únicamente, puedes tener este libro durante una hora, si no quieres perder tu alma. Por lo tanto, a no ser que tengas un don especial leyendo a mil por hora, solo puedes leer un par de capítulos. ¿Qué harías? ¿Qué capítulos te llamarían más la atención? ¿Estarías dispuesto a perder tu alma por querer leer tu historia entera?
Tantas opciones han pasado por mi cabeza... La primera fue, claramente, leer el final. Pero, entonces, caí en la cuenta que eso le quitaría emoción e intriga a mi historia. Los finales son para sorprenderse y esto no sería posible si tuviera que vivir cada día sabiendo como sería mi muerte. 
Más tarde, pensé en hacer trampas. Sí, en engañar al diablo, a Dios, a la virgen, a Buda o, incluso, a la bruja. El pacto era no poseer el libro durante más de una hora. Pero si hiciera fotocopias de este... ¡podría tener el texto para siempre sin perder el alma! Aunque, claro, eso sería jugar muy sucio y, la verdad, no me conviene.   
La siguiente idea que se me vino a la mente fue intentar borrar las malas partes de la historia, es decir los malos momentos vividos. Pero, este hecho comportaría muchos cambios en mí. Ya qué siempre he dicho -o he pensado- que todo lo vivido, bueno o malo, te hace ser quién eres ahora. Y no me gustaría que fuera distinto, me siento satisfecha con cómo y quién soy.
También, con gran inspiración, pensé en hacer aviones de papel con todas las hojas del libro. Soltarlos por toda la ciudad  y que huyeran lejos de mí. Y así, dejando volar al viento mi historia, como hizo el destino anteriormente. Demasiado trabajo, pensé luego y dejé está opción con las otras -en el rincón de: puede, pero no-.
Finalmente, la última idea que tuve, creo que fue la mejor. Leer los primeros capitulos de mi vida. Sí, esas partes de una historia que nadie recuerda. Esos momentos felices, de juego, inocencia, curiosidad y, sobretodo, libres de preocupaciones. Revivirlos con la lectura. Sería mágico y seguro que descubriría hechos de los que desconocía existencia alguna.
Sé que no se puede vivir del pasado, pero... ¿Para qué querer saber un futuro oscuro que acaba con la muerte, cuando puedes ver brillar la luz y los colores por primera vez, de nuevo?

miércoles, 7 de enero de 2015

¿Qué me deparará el 2015?

- No es por ser pesimista... pero no estoy completamente segura de que este año sea el mio. - Dije a la una de la madrugada del 1 de enero a una amiga...
- ¿Comiste las 12 uvas? ¿Viste Canal Sur...? - Dijo ella con uno tono irónico entre carcajadas.
- ¡Claro que comí todas la uvas! Pero, no sé. Mientras venía hacia aquí, he estado pensando... - Admití agachando la cabeza.
- ¡Lo más seguro es que sean tonterías tuyas! ¡Siempre piensas más de la cuenta! Va, no te preocupes y empieza a correr que llegamos tarde. - dijo ella quitándose los tacones...
Al llegar a la fiesta mi mente ya había cambiado de parecer, seguramente por la botella de ron que ya estaba vacía o por el dolor que sentía en los pies tras correr siete calles con tacones de aguja. Bueno, que más da. Lo importante es que entonces únicamente tenía el propósito de pasar la mejor noche de todas. Y así fue, hasta que a las cinco de la madrugada del nuevo año... tuve que volver a repetirle a mi amiga su maravillosa frase: "¡Lo más seguro es que sean tonterías tuyas! ¡Siempre piensas más de la cuenta!". No hacia más de 5 minutos que una mujer me había acercado una aguja, como la de una inyección, al cuello amenazándome y pidiendo todo lo que llevaba encima...
Así que tras empezar el año nuevo con tan mala pata... tengo motivos para no estar completamente segura de lo que me deparará este 2015. El destino lo dirá. Y por eso, mi propósito nuevo será aceptarlo con buena cara -sea lo que sea, bueno depende claro-.