Detrás de esa fachada, tan "madura" y "responsable", siempre, se esconde el alma de un crío de cinco años. Aquel inocente niño que tiene ansias de ser feliz, de vivir sin preocupaciones y de seguir siendo pequeño. Un crío que todos hemos sido alguna vez y que, por desgracia, nunca volveremos a ser. Pero, al que todos podemos llegar a imitar ¿verdad?
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