Muchas veces dejamos de expresar lo que sentimos -nuestras opiniones- y nos dejamos llevar por los demás. Entonces, es cuando dejamos de ser nuestros propios dueños y controladores. Es cuando únicamente podemos asentir y sonreír. Nos quedamos sin opinión, sin interés, sin vida... Como marionetas sin alma. Controladas por un par de hilos. Unos hilos que nos cohíben y que nos impiden ser quien eramos, quien queremos ser.
Pero yo ya me he cansado. No puedo soportar la idea de que alguien no sea su propio dueño, que sea manejado por otro. ¡Somos humanos, no marionetas! Nos podemos dejar llevar alguna vez, pero siempre teniendo el control absoluto de nosotros mismos y de nuestros actos. Sin ser manejados, ni condicionados por otras personas.
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